Por séptimo año consecutivo, Mendoza continuará en emergencia hídrica

Así lo indicó el Departamento General de Irrigación presentó el pronóstico de escurrimientos de agua superficial para 2016 y 2017. Los ríos de Mendoza variarán entre caudales pobres y medios pobres.

VIERNES 14 DE OCTUBRE DE 2016 . 8:03

Medrano (Foto: Este Online).

 

El pronóstico de escurrimientos de agua superficial, elaborado por el Departamento General de Irrigación, prevé que los ríos Mendoza, Tunuyán, Diamante y Atuel tendrán un año hidrológico considerado medianamente pobre, en tanto los ríos Malargüe y Grande será entre seco y pobre, respectivamente.

Si bien este nuevo ciclo hidrológico (octubre 2016- setiembre 2017) con respecto al anterior se presentó con una mayor cantidad de nevadas en las nacientes de los ríos correspondientes a las regiones norte y centro (Mendoza y Valle de Uco) y con disminuciones en la región Sur (Malargüe, Diamante y Atuel), se prevé que no alcanzará o superara valores medios en los escurrimientos de los mismos, condicionado también al comportamiento térmico de la Cordillera de Los Andes. Además se registró una importante variabilidad en  las mediciones de las distintas estaciones nivometerológicas de la provincia.

El superintendente del Departamento General de Irrigación, José Luis Álvarez, aseguró que debemos seguir considerando que Mendoza continúa en emergencia hídrica debido a que hay que garantizar agua no sólo para este próximo verano sino también para la primavera 2017. “Es necesario que intensifiquemos medidas como continuar con la colocación de puntos de medición en los cauces de toda la provincia al igual que pluviómetros”, dijo.

El informe para el ciclo hidrológico 2016-2017 surge de la evaluación de las precipitaciones en la cordillera: lo que se hace es cuantificar esa cantidad de nieve, calcular cuánta agua representa y en función de eso se realiza el pronóstico para cada los ríos Mendoza, Tunuyán, Atuel, Diamante, Malargüe y Grande.

Para el río Mendoza se calcula un derrame anual de 1.285 hectómetros cúbicos (hm3), con lo que quedaría en un 91% de la media histórica. Esta situación se diferencia con la del año anterior, ya que éste fue el único río que durante 2015-2016 se ubicó por encima de la media.

“Los primeros días de junio hubo una precipitación de importancia, a partir de ahí no tuvimos mayores precipitaciones en cordillera sino que se produjo un sostenimiento de la cantidad de nieve precipitada; y después de la primera semana de setiembre las temperaturas se elevaron y se produjo la fusión de la nieve que había caído”, precisó Juan Andrés Pina, director de Gestión Hídrica.

En segundo lugar aparecen los ríos Tunuyán (790 hm3) y Diamante (940 hm3) ya que ambos se encuentran en un 89% de la media. En peores condiciones se encuentran los cauces del sur, ya que si bien el Atuel (980 hm3) se ubica al 88% de su caudal, el Grande (2.260 hm3) se encuentra al 66% y el Malargüe (140 hm3 ) al 45%. “Las expectativas para estos dos últimos ríos son catastróficas, lo que es muy problemático para nosotros”, reconoció Álvarez.

Ante los resultados obtenidos, Álvarez consideró que ante la emergencia hídrica  “tenemos que asumir que vivimos en un desierto y que la escasez es habitual”, y que para lograr una mejor distribución “se debe seguir trabajando en forma cada vez más eficiente con el agua, sumando tecnología en la medición, como lo estamos haciendo con los regantes a través del sistema MIDO (Modelo de Modelo de Indicadores de Distribución Operativa); y esto significa “contar con información en tiempo real para la toma de decisiones eficientes en la distribución del recurso”. Además, informó que “seguirán sumando tecnología como sensores de humedad de suelo, de calidad y pluviómetros”. Por último, consideró que el “diálogo gestión pública y ciencia se hace imprescindible para enfrentar nuevos escenarios en los próximos años”.

La importancia de este pronóstico está directamente relacionada con el cronograma anual de erogaciones que se realiza para el sistema hídrico de Mendoza y con el manejo de los embalses para la provisión de agua para riego, energía y consumo, entre otros usos.