¿Somos lo que hacemos con lo que hicieron de nosotros?
Esta es una de las frases emblemáticas que se ha perpetuado a lo largo de la historia de la humanidad. Evidencia cómo desde que nacemos, el lenguaje y el entorno sociocultural de alguna manera nos condiciona.
 
Por Angélica Venier
8 de agosto de 2024
Crédito: Gentileza.
 

“Somos lo que hacemos con lo que hicieron de nosotros” es una cita que corresponde al filósofo existencialista Jean Paul Sartre (1952) y que, aún en tiempos actuales, nos sigue invitando a la reflexión.

Sartre sostiene que lo que ha sucedido en la historia de nuestras vidas, nuestra existencia en particular, estaría determinada por la responsabilidad de otro: llámense personas, acciones, circunstancias por encima de nuestra propia disposición. El “culpar al otro” es una defensa con el que contamos a menudo y tenemos más a mano a la hora de buscar alivio rápido y eficaz cuando algo nos frustra o no nos sale como queríamos.

Ahora bien, este artículo  pretende hacer  a grandes rasgos, un pequeño análisis respecto de quiénes somos o por qué actuamos de tal o cual forma. También tratar de comprender lo que nos determina.

Volvamos a la cita: “Somos lo que hacemos con lo que hicieron de nosotros” Pues bien, en parte la frase tiene algo de cierto. Pero, ¿es debido específicamente a otros? ¿Solo de acuerdo con las cartas que nos tocaron? ¿Nada puede hacerse entonces para que estos determinantes eventualmente cambien?
La cita en cuestión, sirve como punto de partida para englobar el por qué del modo en que los seres humanos nos comportamos. En base a esto y desde allí, se pueden obtener herramientas para las acciones y decisiones que determinan nuestra vida.

A grandes rasgos, vamos a decir que, desde los primeros momentos de vida, el ser humano depende de sus padres o tutores para su supervivencia. Es por ello que la conformación de las distintas instancias psíquicas del sujeto reciben el influjo de estas figuras cuidadoras, quienes también difundirán en el infante las tradiciones familiares propias, y del entorno  histórico, social y cultural en el que el niño/a  se desarrollará.

Asimismo, más tarde, el sujeto tomará aportes de diferentes referentes que funcionan de igual modo que los progenitores, como por ejemplo sus docentes. Estos aportes servirán a los fines de representar modelos a seguir o imitar.

En otras palabras, en dicho proceso el sujeto toma como propio distintos aspectos que transformará para sí de forma total o parcial en base a dichos modelos de referencia.

Este proceso es fundamental y constitutivo del aparato psíquico, ya que es en la identificación con otro donde el niño/a va conociendo el mundo que lo rodea, constituyendo así su identidad.

Volviendo a la frase que invitó a la reflexión diremos entonces, que somos el resultado de todas nuestras experiencias pasadas, y a su vez, que nuestro entorno nos determina en cierta forma, en la manera de relacionarnos, de vincularnos y en el modo en que tomamos decisiones y actuamos conforme a los desafíos que la vida nos enfrenta a diario.

A su vez, cabe remarcar que la existencia y la libertad humana están determinadas por la cultura en la cual hemos nacido, sus costumbres, sus valores, y su transmisión generacional.

Y aquí el punto nodal en cuestión. Esto es, que independientemente de las dinámicas y modalidades de crianza y la transmisión cultural, y lo explicitado anteriormente, tenemos incumbencia en nuestra propia existencia y cómo afrontamos la misma.

A modo de conclusión diremos entonces que entendiendo nuestro pasado, accedemos a  la posibilidad de poder poner en juego los desafíos a los que nos enfrentamos. Tener en cuenta estos aspectos permite desempeñar nuestra vida siendo conscientes de ello.

Por lo tanto, la construcción de nuestra identidad y los determinantes no deben ser tomados de forma tajante. Por el contrario, inferir que siempre estamos en foja cero, que se puede empezar siempre desde cero, construyendo con las herramientas que contamos en función del aprendizaje de nuestras experiencias pasadas.

Somos seres capaces de evolucionar de manera constante, de asumir la responsabilidad por nuestra existencia, en cada decisión que tomamos, y cada acción que emprendemos. Y saber que por cada paso que damos, hay una consecuencia a la que hacer frente.

Nada nos condiciona y limita más, que nosotros mismos. Y si bien es legítimo poder dar lugar a las circunstancias, y los condicionantes que pueden obstaculizar algunos pasos, no son decisivos para nuestra vida y del rumbo que queremos darle a la misma.

Es bueno saber también que hacia la realización de objetivos, de nuestros deseos, y la construcción de la propia historia es importante entonces contar con instrumentos, como lo es el conocimiento de por qué somos como somos, y de dónde venimos para saber hacia dónde queremos ir.