PSICOLOGIA

Los vínculos de pareja en tiempos de individualismo
Si estamos comenzando una relación de pareja, queremos que ese vínculo prospere. Si ya lo estamos, naturalmente intentaremos buscar la manera de cuidar ese vínculo existente. Con los nuevos tiempos de individualismo, se da un fenómeno nuevo que propone nuevos desafíos.
 
Por Angélica Venier
30 de noviembre de 2024
Gentileza.
 

En una relación de pareja se produce un espacio que está conformado por un lazo intersubjetivo, donde convergen aspectos psíquicos propios de tal vínculo, pero también individuales que hacen a dicha unión.

En ese marco, los semblantes individuales se ponen en juego. Tanto en el plano individual, en el proceso de la dinámica mutua y en todos los aspectos intervinientes del funcionamiento vincular. De acuerdo a esto, en los encuentros y desencuentros del vínculo participan activamente distintas subjetividades que contribuyen a la conformación, la particularidad y peculiaridad de los protagonistas.

Siguiendo con lo explicitado anteriormente, la construcción de una pareja está atravesada tanto por el contexto propio de su conformación, como así también por lo transmitido de sus familias de origen, y la influencia cultural de los miembros de la relación.

Actualmente, nos encontramos frente a un escenario que centra cierto dilema: acerca de cómo combinar las propias necesidades y deseos para alinearlos con un otro, en post de construir una relación. Y, a su vez, articularlo con todo el influjo de los aires de las nuevas épocas, y del planteamiento que las generaciones presentes proponen respecto a los modos de vinculación.

Lo cierto es que la problemática tiene su raíz en ello. Es un período de profundo individualismo, donde sobrevuela el imperativo de “primero yo y mis necesidades” por sobre los demás, como primacía de los discursos contemporáneos. Son épocas de mucho narcisismo reforzado y, aún más, con la conectividad virtual como aliada y alimento de dicho particularismo.

Frente a todo esto entonces: ¿Cómo se puede acoplar dichos opuestos para la prosperidad y la armonía de una relación? Por un lado, el reforzamiento narcisista. Por el otro, hacer un lugar a la construcción de un vínculo amoroso.

Y como si fuese un spoiler que nos deja lo mencionado anteriormente, es en el concepto de lugar donde podemos hallar una posible respuesta. Primeramente, comprender que para ganar, se debe estar dispuesto también a perder un poco. En este caso, para ganar un vínculo sano hay que querer ceder un poco del propio narcisismo.

La coyuntura temporal hace parecer que cualquier hecho o acción, que se asemeje meramente a los modos en cómo los seres se relacionaban anteriormente estaría equívoca. Esto una ilusión.

Las generaciones actuales generalmente están más reticentes a dar título y etiqueta a las relaciones. Incluso, en ocasiones, hay inquietud y confusión a la hora de vincularse con alguien de modo amoroso. Se encuentran frente a la tesitura de ceder o no algo de ellos. Y es justamente por estos tiempos y los cambios que se han ido suscitando. Pero, ello no quiere decir que el hecho de que se produzcan variaciones culturales significa que se no existan necesidades (de amor) similares.

Hoy, hay una tirantez entre los imperativos individualistas que pesan fuertemente en la transición socio histórica, por lo que el ceder un lugar, dar un espacio a alguien en la propia vida, implica un costo que produce cierto recelo.

Es importante entender que una pareja requiere de condimentos que contribuyen también al encuentro con uno mismo. Porque el conocimiento propio, de nuestra identidad y lo que queremos, se hace indefectiblemente en la proyección que hacemos con el resto. Sabemos de nosotros mismos y nos constituímos también a través de la mirada y la interacción con los otros.

Se trata entonces de estar dispuesto si se pretende darle un sentido y un significado a la experiencia emocional. De decidir o no a hacerlo. Pero, a sabiendas de que una relación es búsqueda y construcción de un proyecto conjunto, y que para ello es necesario ceder el espacio y dar lugar en la propia vida, para que esto ocurra.

Una pareja debe albergar la posibilidad de ser impulsora de crecimiento y también de respeto y tolerancia. De contener la unión de dos personas que deciden compartir sus vidas. Hacerlo desde el amor, a través de acuerdos, proyectos y elecciones conscientes. Ser el motor que permita la entrada en juego tanto del propio anhelo, como del deseo compartido puesto en el vínculo. 

Por lo tanto, debe posibilitar el despliegue de la tensión que se da entre el individualismo y el deseo de relación, buscando así el equilibrio y el desarrollo de estos opuestos. La madurez en el plano de una relación sana radicará en poder conjugar estas cuestiones. Eso propicia a favor de la realización del vínculo como tal.

En la experiencia de una relación amorosa también se trata de mudarse de un estado anterior a otro. Porque cuando otorgamos a alguien un lugar en nuestra vida, esa acción nos atraviesa y nos cambia. Pero, para que ocurra, primeramente se debe estar dispuesto a vivenciar dicha metamorfosis.

Acerca de mi abordaje para la terapia de parejas

La relación entre dos personas aloja aspectos psíquicos propios de la convivencia, como así también aspectos psíquicos individuales que participan de la unión. 

El abordaje de estos aspectos partirá de la comprensión de la dinámica entre ambos, los modos vinculares, para así encontrar el camino más conveniente a los fines del  tratamiento de la conflictiva puesta en juego en el plano del proceso terapéutico.

Estoy dispuesta a atender las inquietudes que han surgido en la relación, teniendo en cuenta las subjetividades pertinentes. Contáctate conmigo, estaré encantada de poder ayudarlos.